EL TLC PARA LOS PEQUEÑOS
PRODUCTORES
Los pequeños productores y el TLC
Los
sectores bananeros, de flores y de lacteos celebran la entrada en vigencia del
TLC con Estados Unidos, que les permitirá modernizar su maquinaria y aumentar
su competitividad, bajo unas reglas claras de juego. Sin embargo, expertos en
logística advierten sobre las carencias de infraestructura en Colombia para afrontar
la apertura comercial.
Flores
Con la
aprobación del TLC no aumentarán las exportaciones de flores a Estados Unidos,
pero se evitará que estas se caigan por los problemas arancelarios que ponían
en riesgo la producción. El sector corría el riesgo de marchitarse si no se
firmaba el tratado, según señaló Augusto Solano, presidente de Asocolflores.
El 75%
de la producción nacional de flores va al mercado de EU. El año pasado,
representaron exportaciones por US$1.240 millones.
“Se
acaba la incertidumbre. Tenemos reglas de juego claras y permanentes y podemos
dedicarnos a otros problemas”, indicó el directivo gremial. El sector de la
floricultura ha tenido acceso libre de aranceles a EU desde hace 20 años por
pactos comerciales, pero en los últimos años “se han vencido, o lo renuevan al
último minuto”.
Incluso
en 2010 se había vencido dicho acuerdo, y a los productores les alcanzaron a
cobrar aranceles. Las exportaciones se mantuvieron, dado que ya se ha
desarrollado un mercado gracias a la medida de arancel cero.
Por eso
el TLC no representará mayores exportaciones, sino que “impedirá que se caigan.
Sin el TLC empezábamos a caer”. Una mayor o menor exportación “dependerá de
factores de la economía de EU, y la tasa de cambio; como el desempleo, la
confianza del consumidor”, indicó Solano.
Situación
similar al sector cafetero, que ya ha conquistado el mercado estadounidense por
décadas.
Las
flores colombianas llegan a 89 países. La producción les da un empleo formal a
180 mil personas en Colombia. “Es una noticia extraordinaria para toda esta
gente. Sin la firma, muchos empezarían a perder sus puestos”.
Industria
bananera
El TLC
con Estados Unidos significa para la agroindustria bananera una oportunidad
para la importación de tecnología, que contribuya al mejoramiento de su
competitividad. Así lo afirma Roberto Hoyos Ruiz, presidente de Augura, gremio
bananero colombiano.
En el
primer semestre de 2011 se han exportado 41.3 millones de cajas de banano
colombiano, por valor de US$341.4 millones. Una caída del 6.29% en volumen y un
aumento del 0.82% en el valor, respecto al año pasado.
En 2010
las exportaciones ascendieron a 95.9 millones de cajas de18.14 Kg., por valor
de US$713.7 millones. Un decrecimiento del -0.92% en volumen y un aumento de
1.14% en valor, respecto al año 2009, cuando se exportaron desde Colombia 96.9
millones de cajas por valor de US$706.5 millones. “La ola invernal del segundo
semestre en las regiones productoras explica la disminución en los niveles de
exportaciones”, señala Hoyos, quien dio a conocer las cifras.
Las
inundaciones y desbordamientos en Magdalena explican la disminución de la
cantidad exportada. En ese departamento se bajó de 12 millones de cajas
exportadas en el primer semestre de 2010, a 9.3 millones en este año.
En
Magdalena hay 11.886 hectáreas sembradas, y en Urabá 32.327. Hay 600
productores afiliados a Augura. Generan 25 mil empleos directos y 100 mil
indirectos.
El
directivo gremial precisa que “pese a los factores climáticos y al cambio del
dólar, la producción se ha mantenido constante y esta se mide por las
exportaciones”. El promedio de exportaciones es de 95 millones de cajas al año,
representadas en US$705 millones.
El
impacto del TLC no se reflejará en las importaciones, dado que el banano tiene
arancel cero en el mercado de EU. Además, los insumos necesarios para
producirlo tienen exención de impuestos en Colombia.
“Con el
TLC se da una oportunidad para la importación de tecnología y nuevas
maquinarias que contribuya al mejoramiento de nuestra competitividad, lo cual
puede abrir nuevos mercados”. Hoyos recalca que, para este sector, no hay
amenazas o perjuicios con el TLC.
Lácteos
“Tenemos
mucho trabajo por hacer, no podemos quedarnos quietos ni llorando por los
efectos del TLC”, afirma Jorge Andrés Martínez, director ejecutivo de Asoleche.
Explica que el gremio de los lácteos es uno de los sectores más sensibles de la
aprobación del TLC con Estados Unidos, puesto que supone grandes retos.
“Los
ganaderos tendrán la oportunidad de importar materia prima y maquinaria a bajo
precio, lo cual les permitirá reducir los costos de producción y ser más
eficientes en el manejo de buenas prácticas, que permitan aumentar la
producción de leche de calidad; para esto es necesario fomentar la
asociatividad de los pequeños ganaderos”.
De
acuerdo con Martínez, el impacto de los contingentes de productos lácteos
ofrecidos a EU será mínimo, frente al volumen de la producción colombiana de
leche: 5.000 toneladas de leche en polvo llegarían teóricamente a
Colombia en el primer año de vigencia del acuerdo, lo cual equivale a menos del
1% del total de la producción colombiana.
De
igual manera 2.000 toneladas de queso, en particular madurado, llegarán al país
al comenzar el acuerdo comercial. “Es importante tener en cuenta que el mercado
de queso madurado corresponde a un nicho específico y pequeño, por lo cual
existe un gran potencial de crecimiento relacionado con la dinámica de la
competencia en un segmento de alto valor agregado”.
Para el
sector comienza un desafío en el proceso de implementación, que durará entre 6
y 12 meses antes de entrar en vigencia el acuerdo. Martínez lo considera una
“oportunidad” para que el sector haga los ajustes pertinentes en aspectos de
eficiencia, calidad e innovación.
Aunque
cree que la apertura comercial generará crecimiento, aumento de competencia y
mayor dinámica de mercado que beneficiará al consumidor, el director de
Asoleche remarca que se requiere especial atención a las medidas para proteger
a los pequeños ganaderos. En el país son 400 mil familias que podrían resultar
afectadas.
Los
principales retos están en la “solución de aspectos que le restan
competitividad a los productores de leche, en particular a las explotaciones de
minifundio, las más vulnerables y que se encuentran en desventaja frente a los
ganaderos estadounidenses, que gozan de ayudas internas otorgadas por el
gobierno”.
El
directivo gremial indica que se requerirá un gran esfuerzo en la implementación
de políticas públicas para alcanzar el estatus sanitario norteamericano. De lo
contrario, “así exista desgravación arancelaria de doble vía, las exigencias
sanitarias se convierten en barreras no arancelarias para el ingreso de los
lácteos colombianos al mercado de Estados Unidos”.
Teniendo
en cuenta los plazos de desgravación pactados, entre 7 y 15 años dependiendo del
tipo del producto, Asoleche considera que la pronta ejecución del Conpes Lácteo
aprobado en 2010 es fundamental, con el objetivo de establecer medidas que
ayuden a atenuar los efectos de los TLC y mejorar la competitividad de la
cadena de valor.
Infraestructura
Los
latentes problemas de infraestructura y logística para transportar los
productos colombianos incrementan sus costos y los hacen menos competitivos.
Esa es la principal amenaza para Colombia de la aprobación del TLC con Estados
Unidos, según expertos en logística.
Andrés
Felipe Santos, coordinador de logística y producción de la Universidad del
Rosario, explica que el TLC genera incertidumbre en el sector privado por
factores como la corrupción en la contratación para el mejoramiento de la infraestructura
nacional, y la demora en el desarrollo de concesiones y ejecuciones de los
CONPES.
“Se han
venido elaborando planes de mejoramiento en la infraestructura por el Gobierno,
desafortunadamente los largos plazos de entrega, los fraudes y los demorados
tiempos de licitación han contribuido a que Colombia no esté del todo preparada
operacionalmente para un TLC con EU”, precisa Santos. EU participa con un 24%
en el PIB mundial. Colombia “necesita urgente un jalón económico en sus cadenas
de suministro, lo que conllevaría un crecimiento anual de hasta el 5%”.
El
costo logístico representa un 30% del valor de los productos de organizaciones
nacionales, tipo Pyme. Estos productos forman parte del 80% aproximado del PIB,
que se encuentra entre Bogotá, Cali y Medellín. Según Santos esto “complejiza
su distribución hacia el exterior, al hablar de mil, 700 o 600 kilómetros en
carreteras de sencilla calzada con tractomulas de hasta 35 toneladas”, para
llevarlos a los puertos.
Es una
desventaja comparativa frente al resto de países de Suramérica, que tienen sus
ciudades industrialmente representativas cerca a la costa. “Los centros de
transferencia de carga necesitan de modernización e inversión, así mismo los
corredores viales más importantes como Bogotá –costa Atlántica, y Bogotá –
costa pacífica urgen de intermediación en arreglos de mantenimiento (por
la ola invernal) y por el diseño de la doble calzada”.
José
Luis Alagón, analista internacional de Acciones y Valores, explica que llevar
las mercancías en camiones a puertos a tanta distancia genera gastos
adicionales que incrementan los costos de los productos colombianos. Además,
hace falta “aumentar la capacidad de carga de los puertos en el Caribe y el
Pacífico. Que puedan llegar buques de gran envergadura”. Si no, los cargueros
deben hacer transbordos y hay más costos. Alayón asegura que. “Hay muchas vías
que llevan al mar bloqueadas por el invierno”. Cuando los productos se
represan, cada día eleva su costo y se amenaza su calidad.
El río
Magdalena es una alternativa de transporte para descongestionar los corredores
viales. Por lo que Santos considera “importante que el Gobierno estimule a las
empresas, para que utilicen con mayor frecuencia esta vía, para que pueda ser
modernizada no solo en sus puertos sino también con sus cargueros, y mejorar la
modalidad, capacidad y tiempos de transporte”.
Depreciación
del peso.
“Para
que sean competitivos los productos deben ser baratos, y la forma de lograr eso
es con una buena tasa de cambio. Un peso devaluado sería óptimo”, advierte José
Luis Alayón, de Acciones y Valores. Considera que el que el peso colombiano se
esté apreciando es parte de las amenazas para ser competitivos al enviar
productos a otros países. La agenda interna para la productividad y la competitividad
estableció como estrategias prioritarias consolidar la red vial arterial,
ampliar la capacidad instalada de los puertos, articular la red férrea y
consolidar el transporte fluvial.
Opinión / TLC y pequeños productores
Los productores agropecuarios serán afectados de manera diferente
dependiendo de qué producen y si esos productos competirían con importaciones
de Estados Unidos.
Estudios de caso han demostrado que la pobreza y la ausencia de alternativas económicas han empujado, durante mucho tiempo, a los pequeños productores hacia el cultivo ilícito de coca, en particular en regiones del país donde la situación económica y la presencia de actores armados hacen que las condiciones de vida sean las más precarias (Andrés García y Liliana Moreno, junio del 2009). Sería un gran fracaso para la política de Estados Unidos, si el TLC llegara a empujar a más pequeños productores hacia la producción de drogas.
Los pequeños productores con mayor afectación serían aquellos que dependen de productos que están altamente subsidiados en Estados Unidos. La cuantificación efectuada por Garay et al., muestra que 71% de los hogares campesinos vería una reducción en sus ingresos. Para 14% se trataría de una afectación plena en tanto todos sus cultivos se verían afectados y otro 14% tendría una afectación alta, mientras que para el 13% sería moderada y para el 31% baja. En promedio, el ingreso agropecuario de los hogares
campesinos se reduciría 16,1%, lo que representaría una reducción promedio de 10,5% en los ingresos totales de los hogares.
Este análisis debería suscitar preocupación. Bajo el TLC, los pequeños productores y los hogares campesinos, en general, verían caer sus ingresos netos por encima de 16%. Pero el impacto no sería distribuido de manera equitativa, aquellos con menor cantidad de tierra, y por lo tanto con menores recursos y mayor vulnerabilidad, sufrirían los peores efectos. Esto aumentaría aún más la desigualdad rural. Casi medio millón de pequeños productores verían caer sus ingresos a la mitad o más, y más de 560.000 hogares campesinos sufrirían una disminución en el total de sus ingresos entre 16 y 45%.
Conclusión: El TLC negociado con Colombia bajo la administración Bush agravaría la pobreza de aquellos que dependen de la agricultura como su medio de vida. Por lo tanto, este tratado no debería ser ratificado en su forma actual. El TLC posibilitaría la entrada de productos agropecuarios subsidiados de Estados Unidos que entrarían a competir con la producción campesina y eliminaría las herramientas de política pública restantes que tiene el Estado colombiano para proteger a los pequeños productores y la producción nacional. Como resultado, muchos pequeños productores perderían sus medios de vida y encontrarían muy pocas alternativas para sostener sus hogares.
Este grave perjuicio para los pequeños productores se sumaría a los ya profundos efectos que sufren por causa del conflicto social y armado, incrementando así las presiones para que las poblaciones rurales, por ausencia oportunidades económicas lícitas, se inserten en cultivos de uso ilícito y se incorporen a la dinámica del conflicto.
Así las cosas, las disposiciones del TLC en el campo de la agricultura beneficiarían a las industrias y los productores agropecuarias de Estados Unidos a costa de los pequeños productores colombianos. Este resultado no beneficia ni a Estados Unidos ni a Colombia. De hecho, teniendo en cuenta las grandes asimetrías, en términos de desarrollo y pobreza entre los dos países, un tratado de comercio debería posibilitar el resultado contrario. Pero tal y como está negociado, el TLC exacerbaría el problema de pobreza y desigualdad de Colombia, que por otro lado, con la ayuda externa y las políticas antinarcóticos y de seguridad nacional, el mismo E.U. busca reducir.
Estudios de caso han demostrado que la pobreza y la ausencia de alternativas económicas han empujado, durante mucho tiempo, a los pequeños productores hacia el cultivo ilícito de coca, en particular en regiones del país donde la situación económica y la presencia de actores armados hacen que las condiciones de vida sean las más precarias (Andrés García y Liliana Moreno, junio del 2009). Sería un gran fracaso para la política de Estados Unidos, si el TLC llegara a empujar a más pequeños productores hacia la producción de drogas.
Los pequeños productores con mayor afectación serían aquellos que dependen de productos que están altamente subsidiados en Estados Unidos. La cuantificación efectuada por Garay et al., muestra que 71% de los hogares campesinos vería una reducción en sus ingresos. Para 14% se trataría de una afectación plena en tanto todos sus cultivos se verían afectados y otro 14% tendría una afectación alta, mientras que para el 13% sería moderada y para el 31% baja. En promedio, el ingreso agropecuario de los hogares
campesinos se reduciría 16,1%, lo que representaría una reducción promedio de 10,5% en los ingresos totales de los hogares.
Este análisis debería suscitar preocupación. Bajo el TLC, los pequeños productores y los hogares campesinos, en general, verían caer sus ingresos netos por encima de 16%. Pero el impacto no sería distribuido de manera equitativa, aquellos con menor cantidad de tierra, y por lo tanto con menores recursos y mayor vulnerabilidad, sufrirían los peores efectos. Esto aumentaría aún más la desigualdad rural. Casi medio millón de pequeños productores verían caer sus ingresos a la mitad o más, y más de 560.000 hogares campesinos sufrirían una disminución en el total de sus ingresos entre 16 y 45%.
Conclusión: El TLC negociado con Colombia bajo la administración Bush agravaría la pobreza de aquellos que dependen de la agricultura como su medio de vida. Por lo tanto, este tratado no debería ser ratificado en su forma actual. El TLC posibilitaría la entrada de productos agropecuarios subsidiados de Estados Unidos que entrarían a competir con la producción campesina y eliminaría las herramientas de política pública restantes que tiene el Estado colombiano para proteger a los pequeños productores y la producción nacional. Como resultado, muchos pequeños productores perderían sus medios de vida y encontrarían muy pocas alternativas para sostener sus hogares.
Este grave perjuicio para los pequeños productores se sumaría a los ya profundos efectos que sufren por causa del conflicto social y armado, incrementando así las presiones para que las poblaciones rurales, por ausencia oportunidades económicas lícitas, se inserten en cultivos de uso ilícito y se incorporen a la dinámica del conflicto.
Así las cosas, las disposiciones del TLC en el campo de la agricultura beneficiarían a las industrias y los productores agropecuarias de Estados Unidos a costa de los pequeños productores colombianos. Este resultado no beneficia ni a Estados Unidos ni a Colombia. De hecho, teniendo en cuenta las grandes asimetrías, en términos de desarrollo y pobreza entre los dos países, un tratado de comercio debería posibilitar el resultado contrario. Pero tal y como está negociado, el TLC exacerbaría el problema de pobreza y desigualdad de Colombia, que por otro lado, con la ayuda externa y las políticas antinarcóticos y de seguridad nacional, el mismo E.U. busca reducir.
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